Crónica de un voluntario

Además de la bici, también le pego un poco a correr, de hecho, practico triatlón de forma (muy) amateur. Hace unos domingos, por lesión, no pude participar en la media maratón de Cambrils. Nada grave pero mejor no forzar a estas alturas para llegar bien al reto del año (nada menos que Challenge Roth).

La media de Cambrils es una prueba especial para mí: corro en “casa”, el circuito es llanito cerca del puerto deportivo y playa, creo que he participado las últimas 5 o 6 ediciones y por ende, me fastidiaba no estar en la línea de salida. Así que cuando desde el Club Salou Triatló (del que formo parte) pidieron voluntarios, me faltó tiempo para apuntarme.

Fue una pasada acompañar en bici a la primera chica (bueno, chicas, que hubo adelantamiento en el km 15) durante todo el recorrido: ver sus estrategias, oír los ánimos de la gente, sentir sus nervios como si fuesen míos («no bajes el ritmo, vas bien, no bajes el ritmo, vas bien»), notar en sus ojos esa pizca de miedo a desfallecer, querer mirar su reloj como ellas hacían para ver si el pulso ya se había disparado o habían bajado un pelín el ritmo cuando el viento daba de cara, girar la cabeza cada poco para ver si la segunda se acercaba o le abría más hueco… y sobretodo la emoción de los últimos metros antes de llegar a meta, “Andrea ahí delante está tu madre” le gritó alguien antes de cruzar primera el arco final. Brutal. Gallina de piel.

Así, que si un día, no podéis “competir” por lesión o por lo que sea, os animo a apuntaros de voluntarios. Estar dispuesto a dar sin esperar nada a cambio y ayudar a los demás libera sustancias como la serotonina, la dopamina y la oxitocina. Estas hormonas, que se conocen también por el nombre de “hormonas de la felicidad”. Además, os garantizo, y pongo la mano en la cadena, de que lo pasaréis piruleta, hundred percent.

Por cierto, ¿habéis visto lo feliz que está mi madre con su sudadera gorilas?

Muchas gracias por leer hasta aquí. Abrazos y ¡salid a rodar, Pataliebres!