Jaulas de oro y bicis sin rodar

Jaulas de oro y bicis sin rodar

¡Hola, Pataliebre!

El jueves salimos de ruta unos cuantos Pataliebres. De esas salidas que no suman KOMS en Strava (nunca lo hacen, no sé por qué digo esto) pero que cuentan doble, porque además de pedalear, filosofamos rato largo. Mundo arreglado ¿no lo habéis notado?. Y entre sube y baja, guayaba va, guayaba viene, charleta y bocata, surgió un tema que nos dejó dándole vueltas a las ruedas… y a la cabeza.

Hablábamos de amigos en común —quizá tú tengas alguno también— que han caído en lo que se conoce como la “jaula de oro”. Esos que se han montado una vida aparentemente brillante, con sueldazos, carracos, relojes que te miden hasta las pulsaciones del alma, bicis que podrían ganar una etapa del Tour (sin ciclista)… pero que no tienen tiempo para usar nada de eso. Porque claro, hay que seguir produciendo, generando, facturando, “aprovechando el tirón”. Y cuando te das cuenta, tu bici de 6.000€ lleva meses cogiendo polvo mientras tú curras más que el Puma (guiño a mis colegas), corres de reunión en reunión con cero ilusión o viajas por trabajo y te conformas con comer algo en una franquicia del país pertinente como si eso fuese “turismo”.

Hace poco escuchaba en la radio, no recuerdo el programa/podcast, sorry, que hay pájaros que, después de estar mucho tiempo enjaulados, cuando por fin les abres la puerta… no quieren salir. Porque ya se han acostumbrado a la seguridad de su jaula, al alpiste diario, al techo garantizado. Volar les da miedo. La libertad asusta cuando te has olvidado de cómo se siente el viento en las alas.

Escapada - The Pataliebres.

Pero no me malinterpretes: aquí el menda, y desde el timón de The Pataliebres, no está en contra de tener una muy buena bici o un curro que te motive. Lo que me chirría cosa fina, es cuando eso se convierte en la jaula dorada que os comentaba antes, cuando ya no eliges qué hacer con tu tiempo, sino que todo gira en torno a seguir alimentando esa máquina de hacer dinero que, en el fondo, no sabes muy bien para qué sirve. Porque si no puedes compartir un día de risas con tus colegas, visitar con frecuencia a tus familiares o pegarte unos días de asueto para hacer lo que te dé la real gana  ¿para qué tanto?

Un buen Pataliebre lo sabe. Sabe que el tiempo, ese sí que es el verdadero lujo y el bien más preciado. Sabe que los días no vuelven. Que pedalear sin prisa con amigos vale más que cualquier bonus. Que una mañana libre entre semana es un tesoro. Y que vivir con la mitad puede ser vivir el doble, si lo que ganas es libertad. Parezco William Wallace… mamá, es el de la peli Braveheart (la hemos visto muchas veces).

Que levante la mano el que cambiaría una hora extra (cobrada) en el curro por un paseo por el monte/parque. Bien, vosotros entonces entendéis que el mejor rendimiento no siempre se mide en euros, sino en sonrisas, en abrazos y en historias para contar algún día. Estáis en mi equipo.

Y si tú, estás leyendo esto desde tu oficina, soñando con esa bici que apenas usas… igual es hora de aflojar el ritmo, bajar un piñón (o dos), y salir a rodar.  Que aquí fuera, la libertad no se compra. Se pedalea.

¡Nos vemos en la carretera, o en la ciudad, pero sobre ruedas! 🚴‍♂️✨

Hasta la próxima Pataliebre,

Fruco.

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